Catedral de Santiago de Compostela

Catedral de Santiago de Compostela

Los peregrinos medievales solían recorrer la ruta del Santo Apóstol Santiago durante meses y llegaban a la Catedral de Santiago de Compostela, donde se encuentran las reliquias de Santiago. Fueron tantos los peregrinos que apoyaron sus manos en la columna de la puerta de la catedral para descansar sus cansados huesos que se formó una depresión en la piedra. La catedral se ha conservado en su interior románico original.

En la fachada barroca de la catedral, el altar está decorado con una concha de almeja dorada, atributo del Apóstol Santiago. Una gran afluencia de peregrinos sigue haciendo cola para besar la concha en señal de respeto. Las sagradas reliquias de Santiago descansan al pie del altar mayor en un cofre de plata. Sobre su tumba se alza una estatua de Santiago, tachonada de joyas. Se ha convertido en una tradición que los peregrinos abracen la estatua al llegar al santuario.

Quizá la principal belleza de la catedral sea el pórtico de la Gloria, del siglo XII, que se encuentra detrás de la fachada barroca tardía. La fachada de la catedral forma parte de la composición arquitectónica de la Plaza del Obradoiro, una gran plaza rodeada de edificios públicos. Una magnífica escalera sube a la catedral, decorada con estatuas de David y Salomón. La Capilla del Sepulcro de la Catedral Capilla del Relicario alberga un crucifijo de oro del año 874, que contiene parte de la Vera Cruz.